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Hemos establecido seis apartados, para clasificar la materia de que consta este blog. El primero, para abordar los aspectos históricos: el origen de los danzantes y su evolución a lo largo de sus siglos de existencia. El segundo y tercero, para detallar la composición del grupo y la indumentaria de sus integrantes en la época actual y en tiempos más remotos. El cuarto apartado lo dedicamos a analizar las danzas (de arcos, castañuelas y paloteas), así como los alardes de la muestra. El quinto se dedica a los dichos y su significado en el repertorio de la muestra. Y en el sexto abordamos los ámbitos de actuación de los danzantes, tanto en sus intervenciones ordinarias en las fiestas de Abril, como en otras de carácter más extraordinario. Incluimos también un anexo documental, donde plasmar diferentes documentos históricos relacionados con los danzantes, así como los listados de cuantos han servido de danzantes, maestros y músicos en las últimas décadas.

EL GRUPO DE LA DANZA


























El grupo de la danza está compuesto por once personas: el alcalde o maestro de la danza, los ocho danzantes y los dos instrumentistas.
Todos ellos intervienen por propia iniciativa; el hecho de participar en el grupo responde a un interés personal de servir a la Virgen de manera voluntaria y gratuita. La Hermandad tiene un libro en el que se registran las solicitudes, al objeto de prever con la debida antelación quiénes formarán el grupo en los años sucesivos. Por regla general, los danzantes actúan dos o tres años seguidos; los instrumentistas se van turnando y renovando, al igual que los maestros. Todos suelen ser vecinos del pueblo.


Los danzantes

El grupo consta de ocho danzantes. Si antaño eran jóvenes, algunos incluso casados, desde hace casi un siglo los danzantes son muchachos de entre diez y doce años.
Atendiendo a la situación en la formación del grupo, los que encabezan y cierran las filas cuando hacen calle reciben el apelativo de guías; estos puestos se reservan para los danzantes más veteranos y son quienes marcan las diferentes mudanzas en cada uno de los bailes.
Aunque en tiempos pasados se solía dar una gratificación, en nuestros días la actuación en las fiestas no tiene retribución ninguna; los propios danzantes organizan una rifa y el producto que obtienen, junto con las propinas que recaban en los ranchos el día de la Romería y las que reciben por las calles del pueblo en la mañana del día 26 de abril, lo reparten equitativamente.
Tradicionalmente, la participación en el grupo de danzantes se reserva a los varones, dada la prohibición taxativa del estamento eclesiástico a la presencia de mujeres en este tipo de actividades. En nuestro caso, se sigue la tradición sin más.

El maestro de la danza

El grupo de danzantes lo dirige un personaje que recibe la doble denominación de maestro y alcalde de la danza. Se trata del equivalente al botarga, que suele estar presente en la mayor parte de los grupos de danzantes de la geografía española. Al igual que éstos, viste una indumentaria estrafalaria (moderadamente, en nuestro caso) y porta una vara muy adornada con papeles multicolores. Sin embargo, su función difiere notablemente respecto de la que es propia del botarga o chiborra, que tiene un carácter grotesco. Asimismo, en los actos en que interviene junto a los danzantes no interactúa con el público, como ocurre con la mayoría de los botargas, centrándose exclusivamente en la supervisión de la actuación del grupo.
























Así pues, en nuestro caso cumple una doble misión, que coincide exactamente con cada una de las dos denominaciones que recibe. Por un lado, ejerce como maestro de la danza, ya que tiene a su cargo el adiestramiento de los danzantes, a los que enseña los pasos de cada una de las danzas y la ejecución de los alardes. Como tal maestro, asume también la dirección de los ensayos previos, que suelen comenzar el 25 de marzo, justo un mes antes del día de la Romería. Tanto en la enseñanza como en los ensayos, el maestro suele contar con la ayuda y colaboración de alguna persona con oficio y veteranía en la materia. Por otro lado, actúa también como alcalde de la danza en cada una de las funciones en las que interviene el grupo, dirigiéndolo, alentándolo y marcando el inicio de cada intervención, dando las oportunas instrucciones a los músicos de la danza.
En la época en que los danzantes eran mozos, el alcalde de la danza solía ser una persona mayor; desde que el grupo lo integran muchachos, lo habitual es que el cargo recaiga en algún joven con experiencia en la danza.

Los instrumentistas


Dos instrumentistas acompañan las danzas, el dulzaina y el redoblante. En épocas anteriores las melodías se interpretaban con clarinete y, en otros tiempos, con flauta de tres agujeros. En nuestros días ha quedado institucionalizado el uso de la dulzaina, acompañada de redoblante o caja sin bordón.
Intervienen en las funciones de los danzantes a las órdenes del alcalde de la danza, quien les da la entrada en la ejecución de las diferentes melodías.
Por varios documentos históricos sabemos que en determinadas épocas el acompañamiento musical de los danzantes se reducía a un único músico, que tañía la gaita y el tambor, tal y como se refleja en las pinturas del camarín del santuario de la Virgen (1699). También sabemos que, en épocas anteriores era el músico quien adiestraba y dirigía al grupo, asumiendo las funciones del maestro de la danza.




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